La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió este lunes una recomendación en favor del uso de tres medicamentos análogos del GLP-1, concebidos originalmente para tratar la diabetes tipo 2, en pacientes con obesidad, una enfermedad que afecta a 1,000 millones de personas, cifra que podría duplicarse en apenas cinco años.
Se trata de tres medicamentos (semaglutida, liraglutida, tirzepatida) que imitan hormonas intestinales y que tiene el efecto de reducir el apetito, retardar el vaciado gástrico (hacen que la persona se sienta llena más tiempo) y mejorar la regulación de la glucosa, pero su uso para ayudar a la gente a perder peso ha sido polémico.
Entre las razones está que su uso masivo para adelgazar provocó escasez de estos productos para los pacientes diabéticos, al tiempo que surgió un debate ético sobre su utilización con fines estéticos y su elevado precio para los sistemas sanitarios nacionales.
Asimismo se han criticado estas terapias porque hay tendencia a recuperar gran parte del peso perdido si se deja el medicamento, lo que puede convertirlos en un tratamiento de uso crónico.
Frente a ello se encuentra la realidad de una crisis de obesidad, convertida en un problema mayor de salud y que la OMS asocia a 3.7 millones de muertes ocurridas en 2024, mientras que el costo que genera es exorbitante: serán 3,000 millones de dólares en 2030.




















































